Alejandro Marré -Guatemala-

(1978) poeta, artista visual y comunicador (guatemalteco-salvadoreño).   

Ha publicado los libros:   Times New Roman punto 12. Editorial Cultura, Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, 2006. Century Ghotic, punto 10. Vueltegato Editores, 2010.   Timeless punto 11. Catafixia Editorial 2011. Sagrada Carne. Editorial Del Gabo, El Salvador 2014.

Ha participado en antologías de poesía y cuento como:  Auto-homicidio semántico. Editorial Mundo Bizarro, 1998.  Terrorismo Moral y Ético (PASTEL TRES MOSCAS) Editorial Mundo Bizarro, 1998.   Tanta imagen tras la puerta.  Editorial Universidad  Rafael Landívar de Guatemala, 1999.   Voces de Posguerra. Embajada de Suiza en  Guatemala, 2000.   Sin Casaca, Antología de relatos breves,  publicado por el Instituto de Cultura Hispánica en Guatemala, 2008.   Poesía Latinoamericana. Editorial EGO Group, Miami FL. 2008.  Poetas por el Salvador, Editorial Delgado, El Salvador 2008.  Microfé,Editorial Catafixia, Guatemala 2013.  El futuro empezó ayer, Editorial Catafixia y UNESCO, Guatemala 2013.

Su obra plástica forma parte de varias colecciones de arte, públicas y privadas, en Centroamérica, México y Estados Unidos.  Dirige los proyectos Baja Resolución Films de videoarte.  Editorial Mala Palabra de poesía concreta.  Colaborador del área gráfica de las Editoriales Cataxifia y Vueltegato en Guatemala. Chuleta de Cerdo y Metáfora Editores en Quetzaltenango.  Editorial del Gabo en El Salvador.  Editorial Germinal en Costa Rica, y editorial Encuentros Imaginarios en Suecia.

Ha realizado la labor curatorial de varias exposiciones de artistas jóvenes en espacios como: Taberna Literaria del Centro de Cultura Hispánica en Guatemala y Galería de Alianza Francesa en Guatemala.  Casa Municipal, Ciudad de Guatemala.

Ha participado en proyectos audiovisuales en Guatemala, como director, guionista y actor.

Colaborador gráfico o periodístico en revistas como TAXI, FOLK, ARTEFACTOS, LUNAPARK, TE PROMETO ANARQUÍA, ZONA DE OBRAS y Revistas Universitarias en Guatemala, España y México.

Somos los infantes que crecieron, alejándose poco a poco de la raíz primaria, volteando la mirada y la carne, negando la canción de cuna.   Somos elasticidades que se plantaron frente al silencio, a un lado del ruido y de la gran sacudida.  Tornado del tiempo, soplo prematuro siempre prematuro.  Nada ha quedado, si no el llanto, el llanto silente bajo la cama en llamas.  

Somos esos señores y señoras que se divierten apostando en el bingo, que se juegan la vida en el supermercado, fuego originario del pecado, cardumen excelso, hostia tragada en seco.   Así la carne se hace poro, podredumbre de vacío, plan de retiro sin risas ni visas.  Pasa la cuenta el tiempo, el horizonte ya no es tan grande como parecía antaño, somos los pequeños y pequeñas que se hicieron caca en los pantalones, que soñaron quedo y murieron también quedo junto a sus sueños, junto a sus dragones imposibles, a un ladito de sus hadas maltratadas.

Somos esos espermas flotando en el líquido seminal, sin intención alguna de llegar a ningún sitio, a ningún destino.   No hay meta gloriosa ni champaña mojando nuestras camisolas.  No hay aplausos ni biografías en los libros, no hay sangre caliente ni felaciones.  Solo hay caries y osteoporosis, solo quedan 24 canales de cable y 86 de estática.   Solo hay dos o tres canciones que nos causan erecciones, solo hay polvo y huellas, fantoches y cápsulas.   Somos esos y esas, esos y esas, esos y esas.  Somos los que llevan a cuestas hacia la cima de la colina, somos eso que ansiamos anteayer, con sus rayos eléctricos y su sepia misterioso. 

Somos esos niños, niñas y niñes que se tragaron los himnos con penicilina y cocaína. Somos esos niños, niñas y niñes que rezaron hasta el cansancio.  Somos esos que no entonarán este salmo, que correrán tras la sombra de sus fantasmas, y en silencio musitarán una plegaria.

Yo sigo esa línea blanca puntiaguda que se pierde en el asfalto hasta convertirse en destino,  ese mandato de los perros de la calle que saben que el universo tiene una orilla dulce, una megalomanía algebraica, una disconformidad de huesos y bolsas de basura, un límite, y ese límite es el final de la tarde…

Es el horizonte desapareciendo a la par de nuestros sueños….

Yo nunca he tenido que reír, porque la risa es propia de los felices, y eso es algo que asombra, que acaricia a los felices, que dice que el mundo es redondo como lo pintan los ciegos.   Yo pienso que el mundo es un cristal lleno de dudas y de marchas de pingüinos.  Dios sonríe y yo me enojo… Como se encabronan los mariachis cuando los billetes de la noche son tan falsos como el delirio de los héroes posmodernos.

Yo hago poesía con el arsénico y el plástico derretido en los mares que pulula con los peces derretidos en los sueños, con los mantras dilapidados en las creencias y en las esquinas de los centros comerciales más sublimes de este territorio llamado humanidad. Soy carne, podrida como debería serlo.  No me pidan explicaciones este miércoles, porque los miércoles son aire quemado en los escapes de los autobuses, son las lágrimas de Chet Baker en el infierno más hermoso y sagrado que podría existir