Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2000, su obra poética está publicada en Poemas de la Izquierda Erótica, 1973, Cuatro esquinas del juego de muñecas (poesía), 1975; El fin de los mitos y los sueños (poesía), 1984; y, La insurrección de Mariana (poesía), 1993.
Sus poemas han sido publicados en antologías en español, inglés y alemán en Centroamérica, Estados Unidos, Inglaterra, Colombia, México, Viena, Roma y Munich. En 1990 recibió el primer premio poesía en el certamen de juegos florales de México, Centroamérica y el Caribe de 1990, con su obra La insurrección de Mariana.
En ese mismo año, obtuvo el primer premio en el certamen de cuento de juegos florales de México, Centroamérica y el Caribe de 1990 con su cuento “Mariana en la tigrera”.
Todos los textos representan la existencia social humana ordinaria, la manera en que vivimos lo rutinario, y el drama moral que esa mera existencia implica. Ejemplos de esta idea se encuentran en “Esperando a Juan Luis Guerra”, “Monja de clausura”, y “Amor”, entre otras obra. Es una de las escritoras guatemaltecas cuyos escritos y poemas fueron infravalorados y silenciados durante bastante tiempo por la crítica, por diversas razones, principalmente las que se relacionan con los prejuicios de tipo sexual.
Poeta homenajeada del 15 Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango.
Dulce de leche, gata y encino
Dulce de leche
pegajoso
tierno
color de piel americana
La gata
en la ventana
ve caer el agua que
durará
todo el día
A través de los vidrios el encino
me echa una mirada agradecida
por haberle arrancado el matapalo
/me perforó manos y brazos con espinas
y me chupé la sangre
vampira del jardín/
Pero el encino ha comenzado a echar ramas
casi a los pies del tronco
las hojas nuevas verde claro
son lo primero que veo en el día
Se convierten en luceros negros
cuando en la noche
el encino me sonríe como lo hacen los árboles
moviendo su ramaje levemente
al paso de las ráfagas
del aire cálido de abril
Dulce de leche
pegajoso tierno
color del rubio pelo de la poeta
que aún moja diariamente sus pies
en el oscuro mar de Rama Blanca
Infelix Dido
Infeliz e incandescente
Sobre el cúmulo de recuerdos
Virgilio, Eneida.
I
Aquí la espada de mi señor
del dueño de mi jardín de mis fuentes
la guardo entre estas sábanas de lino
estos paños con que secaba su frente
estos vasos de cristal dorado
en los que le daba vino
/Pobre Dido condenada
a quitarse la vida subiendo a una pira y hundiéndose en el pecho
la espada del traidor /
II
Pero ves? Yo soy Ana
y lo único que queda por hacer
es ordenar que prendan fuego a la pira
donde yacen sangrantes tus despojos
III
Ay Dido!
Qué poseía Eneas que no tuvieran otros hombres?
Siendo tú la reina de Cartago
podías desposar
a quien quisieras
O gozarte
a uno diferente cada noche si así hubiera sido tu deseo
IV
No esperabas que Eneas
bajara a los infiernos
y te hallara vagando
por los Prados Asfódelos
a donde van los que mueren por amor
Y ni siquiera pusiste en él tus ojos Dido
de mirada extraviada de pelo enmarañado
El traidor se hincó tratando de explicarte
que debía /o ambicionaba?/ fundar un reino
y no ser tu consorte como Venus quería
V
Ana
A dónde fue Ana
luego de sellar con el fuego
aquellos tus tristes desechos?
Cumplió con el deber sagrado de incendiarte
y se alejó
Vivió su vida
de manera distinta
VI
Descansa apacible
en una tumba
a donde la llevaron con cariño
/cuando le llegó el tiempo natural de evaporarse
hacia el cielo/
sus amigas sus amantes sus criados
La ungieron con aceites
y lloraron tibias lágrimas
antes de despedirla
y ver cómo una luz brillante
ascendió a las alturas
perdiéndose entre las nubes
y las primeras estrellas de la tarde