Carolina Escobar Sarti -Guatemala-

Poeta, escritora, columnista de prensa, catedrática universitaria e investigadora social guatemalteca. Actualmente es Directora Nacional de Asociación La Alianza Guatemala, entidad que trabaja con niñas y adolescentes en riesgo social, víctimas de violencia sexual y trata de personas. Ha publicado varios libros de poesía, cuentos, obras de investigación social y cientos de artículos de prensa.

Su trabajo como profesional incluye más de 25 años dedicados a la docencia, a proyectos de desarrollo, a la comunicación, a la cultura guatemalteca y a la investigación social en varios lugares regionales. Recientemente desempeña el cargo como catedrática en tres universidades guatemaltecas, y también como columnista de prensa y consultora de proyectos.

Lleva más de setecientos artículos de opinión publicados en las páginas editoriales del país de Guatemala y cuenta con el premio UNICEF a la Comunicación 2000, otorgado por el escritor mexicano Carlos Fuentes.

Ha sido invitada a leer su poesía en la ciudad de México, Argentina y Guatemala. Antes de No somos poetas, publicó los libros de poesía: La penúltima luz (1999), Palabras sonámbulas (2001) y Rasgar el silencio (2003). Participó en varios congresos y seminarios de literatura a nivel nacional e internacional. También ha sido jurado de certámenes de poesías y cuentos en Guatemala.

Uno de sus poemas (Perdones Viejos), obtuvo el primer lugar en el Tercer Certamen Nacional de Poesías Musicalizadas de Voces de Mujeres guatemaltecas en 1996. Sus poema han sido publicados actualmente en revistas, periódicos y antologías de Guatemala, Estados Unidos, México, Austria, Francia y Alemania.

Es presidenta del Consejo Administrativo del Aporte para la Descentralización Cultural (ADESCA), miembro del Consejo Nacional de Investigación (CONAIS), del Consejo Nacional de Literatura, del Consejo para la Transparencia y del Consejo Consultivo del Fondo de Gobernabilidad de IBIS-Dinamarca. Forma parte del PEN Internacional de Escritores y ha sido jurado en distintos concursos de poesía, cuento y ensayo.

No somos poetas

Somos apenas amantes

suicidas con la cuerda

en la mano

caminantes de antes

usurpadores de abecedarios.

No somos poetas

somos adivinadores

de oscuras cavernas

transeúntes por azar

locos por vocación.

Somos talladores de nubes

lluvia sostenida

cuerpo que recuerda

hambre insatisfecha

confesión última

dueños de medio corazón

límite de penumbra

sangre que camina el mundo

puerto de anclaje y despedida

sólo somos tiempo

una carta interminable

que continúa escribiéndose

sin fecha de entrega.

Somos una arruga en el mediterráneo.

Y esto no es un poema

sino credo levantado,

el caos, el misterio,

el asombro y el verbo.

La santísima palabra

en el universo

de la salamandra.

El fuego robado.

Para siempre.

Fundamos la memoria

de la luz y el perfil de la montaña

probamos primero la sal

en el océano de nuestros ojos

y nos supimos robustos árboles

no ramas quebradizas.

Aullamos a la luna

reclamando al sol su eclipse

e hicimos el amor

en los siete mares.

Sea la luz

y fue la luz.

Todo somos

menos poetas.

Hicimos el amor en los siete mares

Los amantes escriben poemas

en el agua

para que nadie

nunca los lea.

Le cuentan

al horizonte

cómo se enredan

sus cuerpos

salados

ligeros

mansos

calientes.

Cuentan que el azul profundo

ablanda la corteza de sus cuerpos iluminados

que el agua con olor a mar hincha sus narices

que las olas empujan en la espalda y el vientre su placer

que el océano invade

que el viento penetra

que hay gaviotas volando sobre sus cabezas

y sexos desnudos escondidos bajo la espuma

atlántica

pacífica

boreal

índica

austral

mediterránea

báltica.

Los amantes escriben poemas

en el agua

para que nunca

nadie los lea

y se convierten en largos

e interminables

pergaminos transparentes

que se enrollan sobre

el suelo de arena.

Y los amantes cuentan

que la piel del mar se quema

que las lenguas buscan

y recuerdan

que las manos saben

que los pies se enredan

que la creación completa

se detiene por segundos

para dejarlos amarse

en paz.

Por eso escriben en agua

para que sea poema.