El nuevo libro de Gabriel Rodríguez Díaz confirma los niveles de extrañamiento de nuestra poesía, ya que nos ofrece su discurso rodeado de un enigma, elemento que le da a la obra un fuerte nivel simbólico. El escritor, como otros, ha salido y regresado a Quetzaltenango varias veces, lo que le ha permitido imprimirle a su estética, valores de una cultura de mezcla, beneficiando la obra que se construye. El motor expresivo de los poemas resulta ser el amor no idílico, aunque el lenguaje utilizado permita esa sensación. Los textos oscilan entre la fuerza del deseo de la memoria y una impenetrable necesidad de poseer físicamente al objeto del canto. Se juega con las tonalidades de la poesía cortesana. La fuerza se produce en la amalgama de símbolos de la contemporaneidad regresándonos a una época más actual, plena de liviandad, ahíta de la sensación de lo efímero en las relaciones de pareja. En cada espacio, una pérdida, con el consabido dolor y la reflexión sobre el amor fallido. Su poesía discute y argumenta el carácter no sólido de las relaciones amorosas en este tiempo. El trayecto nos lleva a espacios culturales nebulosos, formas de resolver el amor en ambientes raros, en el cual el cuerpo que desea, se resuelve en un gran corazón pero inestable. Corazón equilibrista aparece en nuestro corpus lírico en época de desterritorializaciones y migraciones, trabajando con su obra una de las más importantes líneas poéticas del siglo veintiuno en Latinoamérica.
Aida Toledo, ieh. Universidad Rafael Landívar, Guatemala, 2013.