Hacer del poema un territorio para la serenidad. En el camino, declarar: el amor hace del hombre una catástrofe. Días de Luna da cuenta de una separación, ese desmembramiento tan parecido, en sueños, al de los animales. Edgar García construye, con un lenguaje sencillo, hermoso por desencantado, el testimonio del hombre que tiembla, pues le ha sido arrebatada su raíz astral: el cuerpo que ama. La música de fondo que lo alumbra y ensordece es Centroamérica. Ese paisaje donde todo canta. Y en cada país, el poeta hace una ofrenda, extiende su amuleto en las palabras que ahora componen este libro. La consigna es no olvidar, llenarse el pecho de canciones, construirse un barco en la memoria y, en él, volver con ojos limpios a la luz del mar.
Daniela Camacho – Tokio, Japón – abril 2012.