Gabriel Chávez Casazola -Bolivia-

1972, poeta y periodista, considerado “una de las voces imprescindibles de la poesía boliviana y latinoamericana contemporánea”.

Libros suyos han sido publicados en 12 países: España, Francia, Italia, EE.UU., México, Costa Rica, Cuba, Colombia, Ecuador, Argentina, Chile y Bolivia. Su poesía está traducida a nueve idiomas: inglés, francés, italiano, portugués, griego, ruso, rumano, chino y catalán, así como al lenguaje braille.

Entre sus títulos publicados se encuentran El agua iluminada (Bolivia, 2010), La mañana se llenará de jardineros (Ecuador, 2013; Bolivia, 2014) y Multiplicación del sol (Colombia, 2017; Chile, 2018; Bolivia, 2019). Han aparecido numerosas antologías de su poesía, siendo las más recientes Il canto dei cortili (Italia, 2018); La vitesse des fantômes (Francia, 2018); Persistence of tattoos (EE.UU., 2018); y una cuarta edición, ampliada, de su antología personal Cámara de Niebla (Cuba, 2019)

Recibió la Medalla al Mérito Cultural de Bolivia y el Premio Editorial al Mejor Libro del Año, entre otros premios en su país, y fue finalista del Premio Mundial de Poesía Mística “Fernando Rielo” en España.

Es curador del Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de los Anillos de la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz, coeditor de la revista literaria El Ansia y docente del programa de Escritura Creativa de la Universidad Privada de Santa Cruz (UPSA) en Bolivia. Dirige la colección de poesía “Agua Ardiente” de Plural Editores y el taller de poesía “Llamarada verde” en la ciudad de Santa Cruz, donde reside.

Tatuajes

Una mariposa de tinta se ha posado en la espalda
de esa muchacha.
Una mariposa de tinta que durará más que la lozanía
de la piel donde habita.
Cuando la muchacha sea una anciana, allí estará,
joven aún, la mariposa.
¿Cómo se verá la espalda de la muchacha
cuando la lozanía de su piel haya pasado?
¿Cómo se verá la muchacha que ahora ilumina
la verdulería, como una fruta más para mi mano?
¿Los viejos de mañana se verán como los de hoy
y los de siempre?
¿O serán diferentes, ellas con piercings en los senos caídos
y ellos grandes aretes en las orejas sordas?
¿Volarán mariposas en la espalda de las muchachas viejas,
arrugarán sus alas sobre camas del coma, se marchitarán flores
de tinta dibujadas donde se abren sus nalgas?
Tal vez no pueda verlo, ya yo estaré ido para entonces
con mi mano temblando bajo un jean de mezclilla
o con la mente ausente en la cannabis
procurando aliviar dolores cancerígenos.

Ah, una mariposa de tinta se ha posado en la espalda
de esa muchacha.
Una mariposa de tinta que durará más que su aire.
Cuando ella haya exhalado por vez última
allí estará la mariposa todavía.
¿Echará a volar cuando incineren su morada de carne?

¿Se pudrirá en la tumba como una concubina egipcia?
¿La escuchará alguien volar o quemarse o pudrirse
y podrá venir para contarlo?
¿Escuchará alguien la historia desde la soledad de sus audífonos,
de los grandes aretes en sus orejas sordas?

¿No son estas las viejas preguntas de siempre?
¿Volveré a ver a algún día a la mariposa?
¿Volveré a ver a la muchacha?
¿Continuarán existiendo las verdulerías?

[De Multiplicación del sol, 2017]

El pie de Eurídice

Piensa un momento en el pie que
como un fruto
–opimo, terso, deleitable–
posa Eurídice en el territorio de la luz
antes de que el abismo la devore
–sombra fundida en otra sombra–
en el momento en que Orfeo osa mirarla.
Piensa ahora en el otro pie de Eurídice.
Aquél que como un fruto oscuro
el sol no baña sino el agua de Aqueronte.
En el pie que mordiera la serpiente,
el que se queda atrás y que la arrastra.
El pie mortal.
Acaso la poesía es una Eurídice
tendida como un arco
entre las zonas de la luz y de la sombra
que están dentro de Orfeo.
(Ocurre, breve, cuando el poeta osa mirarla
–verse–
a los ojos
y porque la mira
deja de estar).

Tal vez muchas otras cosas son eurídices:
nosotros, entre la sabiduría y el deseo,
la memoria y el olvido,
el adentro y el afuera,
o todo lo que existe
entre las reminiscencias del Ser y del no Ser.

[De El pie de Eurídice, 2014]