Nació en Quetzaltenango, Guatemala, en 1965. Es poeta, intelectual maya k’iche’, periodista, activista, académica. Es Doctorado en Antropología Social. Jugó un papel decisivo en la ilegalización de la discriminación racial en Guatemala y es parte del documental 500 años: Una vida en resistencia, de la directora Pamella Yates —que aborda los movimientos de resistencia indígena—, por su papel como activista y testigo experta en juicios por crímenes de guerra.
Escribe una columna semanal para el Periódico de Guatemala. De 2014 a 2015 se desempeñó en ONU Mujeres para América Latina y el Caribe como asesora en derechos para las mujeres indígenas y los pueblos. En el otoño de 2019, se incorporó al Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Stanford como profesora de la cátedra visitante Edward Larocque Tinker, donde imparte cursos sobre historia y cultura de Centroamérica y Latinoamérica.
Ella es parte de una larga línea de lucha y resistencia en su comunidad, vigente desde la invasión española en 1524. Desde 2016 ha sido profesora invitada en varias universidades de Estados Unidos, como UT Austin (2016), Duke (2017) y Brown (2018-19). En 2020 fue premiada con LASA / Oxfam America Martin Diskin Memorial Lectureship.
Entre cargadores y perrajes
Tú evocas mis orígenes
y me transportas al olor de tu espalda,
en la cual crecí.
Tus cargadores cobijaban mi pequeño cuerpo,
mientras los jaspes de tus perrajes
me adormecían con calidez.
La seguridad que transmitías
traspasaba tus güipiles y gabachas.
Cuando dejaste de cargarme
me enseñante a no soltarme de tu mano.
Y si tus manos estaban ocupadas,
me enseñaste a agarrarme con fuerza de tu corte,
para atravesar calles y avenidas,
para subir caminos empedrados.
Ni bien empecé a caminar
me enseñaste tus secretos de sobrevivencia
desde usar una balanza,
buscando la exactitud,
hasta apreciar las alcancías
que emergían de la tierra
para resguardar las monedas
que llegaban a mis manos.
No necesitaste del alfabeto occidental
para enseñarme que la mejor inversión
es ser inquebrantable.
Te negaste a fanatismos religiosos
o dogmas moralistas,
pero me orientaste en la lealtad
como valor sin precio e intemporal.
A ti debo la lealtad a mi mundo,
la lucha estoica por llegar a las cuatro esquinas,
por entrar a los mundos contradictorios,
para entenderlos; no para esconderlos.
Viéndome en tus ojos,
la conclusión es sencilla.
El índigo de tus cargadores y perrajes me preparó para retoñar
en el inicio de mis orígenes.