(Ciudad de México, 1957) ha recibido becas del Sistema Nacional de Creadores de Arte, del Ministerio de Cultura de Francia y de la Fundación Civitella Ranieri de Italia. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, el Premio Iberoamericano de Poesía Jaime Sabines para Obra Publicada y el Premio Jalisco en Literatura. Sus libros más recientes son: Cámara nupcial (poesía, 2015), Las piedras y el arco (ensayos, 2018) y Kyrie (poesía, 2020). Ha traducido, entre otros, libros de Henri Michaux y de Anne Carson. Actualmente imparte talleres de escritura creativa y dirige el sello Mano Santa Editores, especializado en libros de poesía. En el suplemento Laberinto del periódico Milenio publica la columna “Nuevas Visitaciones”. Vive en San Antonio Tlayacapan, en la ribera del lago de Chapala, Jalisco.
La comedia magnética*
Douce fleur vocale à fond de mine.
César Moro
A veces pienso en tu corazón como una boca que palpita. A veces pienso en tu corazón como un pie, duro al caminar. A veces tu corazón es una mano, un garfio, una gárgola. A veces tu corazón es tu clavícula o tu fémur, tu dedo índice, tu columna vertebral. A veces tu corazón es un himen, una fisura por donde entra o sale la oscuridad. A veces pienso en tu corazón como el reptil que dormita en tu cráneo. A veces pienso en tu corazón. Otras veces también. A veces pienso que tu corazón es como tu corazón.
Si caminas dormida la cama pierde el rumbo, las sábanas lloran tu abandono. Si caminas dormida vas como si flotaras, en una calle donde hay semáforos, o perros. Si caminas dormida puedes topar con un muro, o con la muerte. Si caminas dormida tal vez seas tú misma la muerte, o el muro. Si caminas dormida no abras los ojos no mires los semáforos no escuches a los perros. Si caminas dormida tal vez seas un ánima, el ladrido de un perro, la cal viva del muro. Si caminas dormida, o despierta.
Una casa como un albergue de niebla. Una casa con una puerta hacia la niebla. Una casa echa de niebla, o de nube. Una casa como un observatorio de la niebla. Una casa que observa. Una casa que observa a otra casa hundirse en la niebla, o en la nube. Una casa ni grande ni pequeña en el centro de la niebla en el centro del mundo en el centro de la palabra niebla. Una casa en el punto de niebla de la i. Una casa donde la niebla conversa con la nube sobre un montón de cosas mezcladas, o livianas.
Este gato está fijo como una mesa o rabioso como un volcán. Aunque amanece sereno pronto se vuelve llanto de niño en lunes de ir a clases. Este gato, caricatura de tigre, se despierta en un batir de alas, catarata del Niágara, trueno del dios aquel que tú conoces por su nombre. Este gato sin patria, sin himno, sin linaje, este volátil pulmón está fijo como una mesa, cuatro patas de insolente cristal. Este gato es un manchón de tinta en el que miras, con tu signo zodiacal, la fecha de tu muerte.
Ella tiene miedo a decir que sí. Tiene miedo a decir cualquier cosa, pero siempre tiene mucho más miedo a decir que sí. Si dice sí -que el asunto está decidido, que la cosa marcha, que hay jarana- tiene miedo. Lo suyo, lo verdaderamente suyo es tener miedo, decir que sí, ése afrentoso monosílabo. Podría decir un simplísimo sí, pero sin que eso la obligue, un sí no demasiado afirmativo, un sí en calidad de mientras. Pero tiene miedo. Un miedo grande como La Casa de los Sustos. Un miedo que le nace en la entraña vacía de todo lo que no sea miedo. Ella tiene miedo a decir que sí, o que no.
*Cinco fragmentos de un libro en proceso.