Kenny Rodríguez – El Salvador –

Quetzaltepeque 1969. Abogada graduada de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, poeta, escribe desde los diez años, en sus inicios sus escritos giran sobre la temática de la guerra en El Salvador.

Perteneció a los talleres literarios, “Shilut” de la Ciudad de Quezaltepeque, “Quirigua” con grupo de poetas mujeres feministas, funcionando en la ciudad de San Salvador, Xibálba y “La Pinta” (Página cultural trabajada para el Suplemento 3000 del Diario Latino).

Ha organizado y participado en diversos recitales en colegios, institutos, universidades, casas de la cultura, encuentros de escritores a nivel nacional e internacional; ha participado como jurado calificador en diversos certámenes escolares de poesía y declamación. Participación en sexto Coloquio Internacional de Latino Artists Round Table (LART) en The City College of New York Center for Worker Education, octubre de 2014.

Ha prologado dos libros de poesía: “Larga Trenza de Amor” 1994), de Amada Libertad (Leyla Quintana) y “Tres Destinos” 1996, antología de tres poetas, Soledad Molina. Amada Libertad y Roberta Quintana.

Ex-presa política, estuvo organizada en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Esposa del poeta martír Amilcar Colocho, caído en combate en octubre de 1990. Su testimonio está incluido en el libro “Tomamos la Palabra”. Mujeres en la guerra civil Salvadoreña (1989-1992). Juana Ramos, Margarita Drago. (Editoras), 2016.

VII

Del poemario Octubre vientos de muerte

a Amilcar Colocho

 

Hace siglos llovieron sonrisas

a mi solitario caracol

padecí tus fiebres

y alcancé tu pecho para anidar.

 

De vos, ni un solo gesto queda

tan sólo el pincel de tu recuerdo

que te dibuja en mi soledad,

ya no volveré a tus labios

ni a tu almohada piedra de volcán.

 

Sea por vos

que devoro inviernos con los ojos

y trenzada a tu muerte

mantengo mi munición de amor

para esparcirte en todas mis galaxias

en punto del disparo

con profundo amor

a mis compañeros

y el odio más temido

a la implacable ave de rapiña

enemiga del futuro, del amor

y nuestra lucha.

VIII

Del poemario Playón

Yo me subí a los trece años

y llegué a odiar los rieles

y el tren.

Soñé y soñé y seguí soñando

el descabezado de mi infancia

no pude más jugar a las muñecas

que se les cae la cabeza, mamá

y me da miedo.

Perdí mi padre y

aunque no fui ejemplar

tampoco me drogué

yo nisiquiera sabía

y escribía      escribía

mi multitud de fantasmas

y me dolió el corazón

hasta que llegó la adolescencia.

Si reí entonces

no fue la sonrisa limpia

que me nace de los ojos

yo creía vivir

y completaba cuadernos

y me imaginaba que un decapitado

era una coincidencia absurda

en mi paseo.

Pero escalé mi conciencia

y la encontré tan triste

y reconstruí cada escena

grabadas desde mi niñez

cementerio negro y profundo

muerte en cada piedra

muerte en cada rincón

muerte      muerte      muerte.

Yo no pude más

de brazos cruzados

ante la noche de mi pueblo

yo no pude más

y me declaré combatiente de la vida

forjadora de la esperanza

que nos arrebataste Playón.