Es egresada de la Universidad de Panamá como Licenciada en Humanidades con especialización en el idioma inglés y tiene un postgrado en Docencia Superior por la Universidad de las Américas (UDELAS). Desde 1995 es Intérprete Público Autorizado por el Ministerio de Gobierno y la Cancillería de Panamá, con manejo completo del idioma inglés y el español, además de estudios en italiano, francés y portugués. Además posee licencia de locución para la República de Panamá.
Desde 1993 pertenece al Colectivo de Escritores José Martí. Fue la creadora y conductora de la iniciativa artística ‘El Cuento de los Martes’, en el año 2003, la cual continuó a modo de blog por unos años y en el 2018 la iniciativa pasó a ser una columna semanal en el diario El Siglo.
Cantó como solista y coros en el disco ‘Vida de Perros’ de la agrupación panameña Trópico de Cáncer.
Su obra literaria la componen tres poemarios, un libro de cuentos, una investigación y adicionalmente se encuentra en diversas antologías y revistas literarias de tiraje internacional.
El altar
Si yo hiciera para mi un altar
en una esquina de la casa
– visible, claro está –
para poderlo ver
desde la entrada
y al cerrar la puerta;
si estuviera obligada
a colocarme flores,
frutos frescos,
vasos con agua, joyas,
y una que otra seña
de las cosas que quiero;
si yo me viera forzada
– por razones de culto –
a mantenerlo limpio,
asumiendo a la vez
la tarea de hacerlo
un altar envidiable,
una parada obligada
y que los visitantes
mirasen de reojo,
con cierto respeto
y reverencia
ese altar
endiosado
conmigo en el centro;
si yo lo hiciera,
me rendiría el tributo cotidiano,
me pediría cosas imposibles;
si me las concediera,
me daría las gracias
incontables veces
me compraría regalos,
me otorgaría un diezmo,
saldría a buscarme más flores,
más candiles,
no dejaría que nadie
ignorase mi presencia,
mucho menos negarme,
descreerme,
insinuar que no existo,
dudar de mi poder,
olvidarme.
Si yo creyera que existo
que soy
por lo menos una diosa,
viviría en ese altar,
pero saldría
todo el tiempo a pasear
entre los vivos.
Puntualidad
Mi padre me enseñó a no ser puntual,
he llegado tarde
a todas las cosas importantes de mi vida;
pero todas
– sin excepción –
me han esperado
puntualmente.
La negra
Hay una negra detrás de mis años
que mueve mis caderas cuando bailo.
Hay un hechizo que sucumbe a mis ojos:
la magia de la isla y el continente.
Me rindo con mi pelo rizado,
no le doy vueltas a mis labios carnosos.
Cualquier clase de tambor me pone el toque,
yo le contesto con aromas diferentes.
Diosa, cumbia, samba, mambo,
no tiene nombre todo el ashé que enciende.
Acá llegó mi máma diciendo que era blanca,
y nadie le creyó cuando nació la negra.