Luis Franco González -Ecuador-

Ecuador (1988). Ha publicado los libros: “Sueños Inconstantes” (2010), “Ángeles Sodomizados [Grilla del Éxodo]” (2012), “Jardines Inconexos” (Cadáver exquisito/Fondo de Animal (2013) . Ha colaborado en antologías como: “R.E.M. [Antología de los Sueños]” (Coediciòn Del ahogado El sombrero & Dadaif Cartoneras, 2015) y “HARAWIQ [Muestra de Poesía Joven Boliviana-Ecuatoriana]” (Murcielagario Cartonera, 2015). Ha recibido el Premio Sistema Nacional de Festivales (2011 y 2013) por el Ministerio de Cultura del Ecuador, el Premio Nacional de Poesía Emergente Desembarco (2014). Ha merecido el Única Mención de Honor del Premio Nacional de Poesía Paralelo Cero por su libro “Intento de Vacío”. Su libro “XYZ”, fue finalista entre 192 libros de varios países por el Premio Internacional de Poesía “Mario Javier Pachecho” – Colombia. El mes anterior recibió por su proyecto poético ADDIMÚ [poética desde el camino de los dioses guancavilcas hasta el sincretismo yoruba], el Premio Nacional Fondos Concursables para las Artes (2015), ganador de los Juegos Florales Hispanoamericanos, Quetzaltenango, Guatemala (2015).

F

Nada me aterra más

que la mano de una niña

rebuscando entre mis vísceras a Dios.

Yo tenía un romance con querubines

a los que penetraba cuarenta veces en

un día.

Un solo cuerpo con dos cabezas

¿es suficiente?

He aquí la victoria:

mujer agonizante, incolora y

desértica;

su nombre es Catástrofe.

[Los hijos detrás de la sangre]

Adoptando el color necesario:

cetáceos, anfibios, cuadrúpedos.

Levantemos la piel, sacudamos el

disfraz.

Yo tenía un ángel entre las páginas de

un parís frío

al que besé y amé debajo de los

manzanos.

Un solo cuerpo con dos cabezas

no era suficiente. Yo quería más, asesino, víctima.

Para que nos serviría la historia,

lo heleno, lo bárbaro, lo latino:

también reposa el silencio

en la sabiduría glacial del cobalto.

¿Cuál es el acto reparador

de ese NO que mancha las manos?

¿la cruz?

¿la cicuta?

¿la poesía?

I

a J. S.

No importa si el castigo viene para los

huérfanos.

El hombre ha hecho dentro de sí,

un refugio para otro hombre.

Una luz polvorienta

que encuentra un profundo lamento

de lo vacío.

Así que no interesa el hecho que la flor

nazca de la mañana turbia y sedienta.

He venido temprano, sin bozal,

sin trompetas expeliendo el vocablo

negro de los ídolos,

a escudriñar la furia de las gaviotas

en la crápula de la desidia.

Subí presuroso a la torre

para escribir este canto que acoge la

derrota.

Ya la nostalgia divide mi mente,

la letra y el sollozo,

el pedacito donde deposito mi catre

y el apellido materno que me figura.

Y he comprendido que la guerra

aún muerde los nervios de mi carne.

Esto no acabará nunca,

por más que lo desee.