Montevideo 28 de octubre de 1971. Madre, poeta, performer, chef vocacional, cantante de ducha y, por qué no, bancaria. Viví hasta los dieciséis en la ciudad de Buenos Aires y al regresar a Montevideo cursé estudios de Ciencias Económicas en la Universidad de la República y de teatro en la Escuela del Actor, para no terminar ninguno. Finalmente me dediqué a escribir para vivir y a trabajar en la actividad bancaria para sobrevivir, especializándome en Gestión de la Calidad y Gestión de la Responsabilidad Social. De vuelta a la academia, me recibí de Gestora Cultural. Actualmente curso una Tecnicatura en Corrección de Estilo en la Facultad de Humanidades.
Incursioné en la narrativa en las publicaciones colectivas Escritores de Medio Tiempo e Historias de Laberintos y acabé por dedicarme de lleno a la poesía luego de publicar mi primer libro “Carnal”, editado en el año 2011 por la editorial Paréntesis. Parte de su obra puede leerse en las Años más tarde, en el 2015 publiqué mi segundo libro, poesía en prosa “La Jaula”, en la misma editorial, Algunos poemas han aparecido en publicaciones digitales: “Letralia”, “Vadenuevo” y “Trastierros” y en sitios perdidos en la inmensidad del cyber espacio: “Los Andamios”, “Casa de Poesía”, “Maxilar en el Barro” y “Movimiento de Poetas en el Mundo”, sin saber cómo llegaron allí.
En el año 2016 algunos textos de “La Jaula” fueron incluídos en la Antología de Poesía en Prosa “Del Caos a la Intensidad” de la editorial Los Hijos de la Lluvia, Perú y en el año 2017, textos inéditos formaron parte de la muestra de poesía uruguaya “de divina proporción” de la editorial La Coqueta.
Cada día me recuerdo que debo escribir, debo escribir, debo escribir… y plantar un árbol.
I
quise dibujar alas
y me nacieron flores en la espalda,
cada marca ha sido un duelo
y el dolor en la piel, un recuerdo.
Quise dibujar viento
y me crecieron ramas en el pelo
bajando por la columna,
buscando el centro,
soy como un cerezo
con sus raíces ocultas
y sus pétalos naciendo.
Las letras que me han escrito
en algún rincón del cuerpo
dicen que dicen vida
dicen que dicen tiempo.
Tiempo de los cerezos,
fugaz y sereno tiempo.
Uno por uno mis tatuajes
anticiparon sus duelos
y en la espalda, llevo alas,
como flores para un entierro.
II
no hace falta avistar ninguna orilla
a pleno mar abierto
bajo un sol que duele
sobre un cielo sin luna
tras la sal de la tierra
la boca abierta a la lluvia dulce
a la siniestra del corazón
el derecho puño en alto
las pupilas vueltas al centro
así, sin playas para aferrarse
así, he de quemar mi nave.