Costa Rica en abril de 1953. Es escritora, periodista, ha publicado libros de poesía, de cuentos y de ensayos. Sus libros de poesía: Golpe de Albas. Los Reductos del Sol, Los Días y los Sueños, El Claustro Elegido, El Umbral de las Horas. Cuentos y prosas poéticas: La Deslumbrada. Ensayo: Tras la huella de Eunice Odio. En el año 2020 se publicó una Antología de su poesía en la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia. La Editorial Nueva York Poetry Press publicará su poemario Es polvo, es sombra es nada durante el presente año.
Sus poemas figuran en antologías latinoamericanas y de España. En 1985 participó en el Programa de Escritores en la ciudad de Iowa en los Estados Unidos. Ha recibido en tres ocasiones el Premio Aquileo J. Echeverría en la rama de poesía. Pertenece a la Academia Costarricense de la Lengua.
LA GUERRA QUE NO TERMINA
Arriba del cielo
aparece una luna blanca.
Sobre el pavimento va una fila de hormigas
cargando hojas. Van para su guarida.
Mi vida es así de ínfima. Subsisto.
Si una bomba estalla moriré en un segundo.
Pero también está la peste que no culmina
y las barcazas cargadas de inmigrantes.
Es una guerra de la que nadie saldrá bien librado.
Los pobres no caben en ningún país.
Los inmigrantes no caben en el mar.
Así, ahogados, no exhalan ningún grito.
No parece que nadie se conmueva.
Ignoro si basta el grito.
¡Y si todos al unísono gritáramos!
Pero nuestras voces son apenas audibles.
Susurramos, a veces sollozamos
y nuestra condición es doliente y precaria.
Hoy una nube plomiza hierve en el cielo.
El cielo tiembla y palpita.
Los dioses se han ido
y por ahora no volverán.
No hay un coro que proclame.
Somos todos irredentos,
signados por el pecado original.
La muerte con su hoz acecha,
arrasa, avizora en las viviendas de los pobres.
No basta permanecer con vida.
No es suficiente mirar.
Las manos han de alzarse.
El aullido debe escucharse
más allá de la nube,
más allá del cielo,
más allá de nuestro efímero estertor.
De vez en cuando Francisco clama,
Pero es una época de muerte,
de blasfemia y de guerra.
No es suficiente el grito.
No basta mi grito,
tu grito,
el grito humano e inmenso.
EL MURMULLO DE LAS COSAS
Me inquieta el murmullo de las cosas,
Las llaves,
El cigarrillo a medio morir,
Los libros puestos al azar,
La ropa que descansa sobre la silla,
La caja de lápices de colores,
Los carboncillos,
El papel de acuarela,
Los bastidores en blanco,
La noche que se detiene,
El día que no empieza,
La lumbre de una candela a punto de desvanecerse.
Anhelo escuchar el rito de la primavera
Para quedarme en silencio
Y escuchar solo a Stravinski.
La habitación está en llamas.
Afuera un árbol canta.
Las aves no cesan de murmurar.
Hoy es un día de lluvia,
La tormenta se avecina
Y un relámpago cae muy cerca.
Todo queda imantado,
el universo se yergue,
Cae el agua desnuda,
Corre por las ventanas.
Descorro el velo de la cortina.
Canta la primavera
Yo soy parte del rito.
Pero mi grito es agónico.
No estallo,
Solo escucho la furia del relámpago
Y el instante de la lluvia
Que cae con furia
Y tesón.
Esperaré a que pase la tormenta, me digo.
Pero yo soy la tormenta.