Ruth Piedrasanta -Guatemala-

Nació en la ciudad de Guatemala, durante algunos años de infancia y juventud, vivió en Huehuetenango, con  sus abuelos. Formalmente hizo estudios de Antropología hasta doctorarse en Francia e informalmente de Literatura, en talleres de narrativa con Tito Monterroso y de poesía con Carlos Illescas, cuando estuvo en México.

Ha publicado varios libros. De cuentos: El estuche del porvenir (1987) en Oaxaca, México y Condición de paso (2002) en Guatemala y de poesía: Amorosamente en 1999. Ese año fue ganadora del primer premio del concurso nacional de cuentos del Periódico- Bancafé at https://deryaozturk.com.tr/urun/deri-kordon-zenginlik-bilekligi/.

Desde 2004 ha publicado cuentos y poesía en medios nacionales como “La Cuerda”, La Ermita, Revista de la Universidad de San Carlos y diversos suplementos culturales. También ha publicado libros y artículos académicos en Guatemala y otros países.

Cartas a Marco, un desaparecido

(Selección)

Guatemala, Mayo 1981

    Es extraño cómo suena la palabra terso,

      Suave…

                                          helecho…

                                                                          fronda…

      cómo se percibe una luz tan tenue…

 

      Cómo resbalan de mano en mano esas alas

      que ya nadie pudo abrir

      cómo se desgastan…

      se hacen polvo.

 

      Afuera continúa el sollozar

      y sigo aquí

      con los ojos quietos, observando.

      Vuelven los espectros familiares   

      a proseguir hurgando túneles enmohecidos

      en un loco intento por esterilizar

      la joda de los primeros años.

 

          Persisto aquí, de pie, sin alas.

 

      ¿Cómo ahora puedo, a solas, estar tibia

      al guarecerme de la lluvia que todo

      lo ha penetrado?

 

      Cómo plena me sustraigo, reverdezco,

      desde la raíz, la cofia, hasta el maduro fruto.

      Cómo a solas también quedo ciega

      a fuerza de dictaduras  

      ciega, dolorida…

      con la maldita violencia-húmeda-filosa-agazapada

      permeando los humanos deseos

      escupiendo muerte a tarascadas.

      los besos han quedado fríos.

      Vacías las calles, los estómagos.

      Han dejado de oírse las plegarias

      y las cabezas de los últimos dioses ruedan..

      ruedan hasta estrellarse.

 

      Qué palabra puedo decir

      sin que tiemble de pura debilidad o invalidez

 

      El tormento gana impetú, amenaza

      ¡Ay malditos!

 

      Es extraño cómo suena la palabra terso.

Febrero 10, 1989

 

                Me parece curioso cómo podemos guardar un equilibrio o tal vez cómo nos obligamos a hacerlo.

                Tu vida no puede detenerse si permaneces fuera (a pesar del recóndito deseo que así fuese)

Y conforme avanza el tiempo efectúas las ceremonias y ritos adecuados.

En otra parte habitas, trabajas y los demás moradores de ese suelo no te son ajenos.

Se parezcan o no a ti.

 

                También tiritan, se enojan, escupen el piso, paren,

    aguardan un porvenir /

                   No puedes permanecer al margen.

Adoptas amigos, palabras, guisos.

 

             Aprendes a amar otra tierra y no perteneces allí y eso pesa siempre. Pero igual te involucras, compartes, intervienes.

 

             Suavemente te acercas, con el afecto de un pájaro caído, de una criatura que trastocó las normas y se halla en alguna terrenalidad sin paraíso

   ¿qué puede hacer un pajarraco así?

    lamentarse no es posible y para qué morir,

    así se posterga una vez más el vuelo

    y una comienza, sin más, a andar por el camino que aparece…

 

             Marco, te digo esto sin la certeza de nada

    y con la convicción que todo sigue su marcha.