Poeta, editora, actriz, profesora. Ha trabajado como docente de lenguaje y literatura en diversas universidades y ha participado en programas de formación literaria para jóvenes y maestros. Dirige índole Editores y preside la Fundación Claribel Alegría. Imparte talleres de creación literaria para jóvenes y adultos. Pertenece al grupo literario de mujeres Poesía y Más. Ha publicado: “Los solitarios amamos las ciudades”, “Postales urbanas y Vitrales e Historia de los espejos”.
Álbum de niñas con abuela (fragmentos)
en: Los solitarios amamos las ciudades (Índole editores, 2014)
Solo quedan las fotografías
Una aventura de sal y la cuna de tu boca
Bajo el ángel un sueño postergado
una mano que no fue
y el abismo hecho de silencio
– – –
Recogí las postales
las fotos de niña
todas en un rompecabezas
de ladrillo y sangre
Reinventé una ciudad
a partir de tiras y lágrimas
calles empedradas, esquinas bulliciosas
Intento seguir aquí
acaricio las fotos el recuerdo
reconstruyo…
– – –
La ventana
mira la ventana
detrás de ella aquel tren estacionado
aquel tren de bahareque y hueso
la claridad de octubre
y tu rostro en penumbra
– – –
Las cartas bajo la raíz del árbol
la niñez escrita en el invierno
Las noticias eran escasas
sueños de papel en un inventado anonimato
semillas de tinta y tierra en las manos inquietas.
– – –
Un perro negro cruza la calle
La ciudad y sus sonidos
se cuelan bajo mi pecho
El perro ladra y en su lenguaje
conversa con mis humillaciones
Y te recuerdo niña
en una ciudad diezmada por el tiempo
en una ciudad que pertenece a tu olvido
que de noche soñó con luces y fiestas
que no supo contener tus pasos
de colores brillantes y gotas de lluvia
de casuarinas y cunetas rotas
Una ciudad de aves canturreando
una ciudad de motores apremiantes
con niñas en bicicleta y con gaseosas
con perros y niños de polvo y ruido.
– – –
Detrás de la niña en la foto
duele el paisaje de infancia
un río corre
y en noche de invierno crece
La abuela se desvela
acariciando con su mano
el ruido que avanza
Ha de haberle tenido miedo a los puentes caídos
Sabe callar
cuando el corazón cruje
y se abalanza en un llanto atávico sobre ella
En la tarde sola, camina la niña en ese paisaje sepia.
Ninguna calle dijo nada de su nombre
Ninguna calle se reconocía a sí misma
Dentro de ella, se cuecen la prisa
los techos marrones los callejones anónimos
La ciudad observa
conoce el vacío y el dolor de lo perdido
Aquí está la primera piedra
…quizás en una foto que imagina de familia
y asoma a la puerta de tres generaciones olvidadas